Cuando fui salva el Espíritu Santo me instruyó a dedicar una hora diaria de mis días a leer el libro de los salmos. Empecé a notar que cuando hacía esto mi alma se aquietaba, mis pensamientos se ordenaban de acuerdo al carácter de Jesús, las frustraciones, miedos, incertidumbre, enojos y cosas que no había una … Sigue leyendo ¿Hay una razón?