Recuerda …
Debemos estar siempre dispuestos a menguar en importancia para que todas las miradas se dirijan únicamente a Jesús.
Juan había sido enviado a preparar el camino para Jesús y eso hizo hasta su último suspiro. Lo que Dios te haya confiado, encomendado, dones y talentos, adminístralos bien, con mansedumbre y humildad. No para un beneficio personal sino para que Jesús brille.
Los fariseos, maestros de la ley, se sabían con una responsabilidad importante, sin embargo esa responsabilidad la usaban para un beneficio personal, para sentirse importantes y superiores. No amaban a la gente que servían, por el contrario, buscaban impresionarlos y hacerlos sentir mal por no ser tan “santos” como ellos.
Juan, sin embargo, se mantuvo firme y comprometido con lo que Dios le había encomendado. Dios lo envió a preparar camino para Jesús y eso hizo, lo envió a bautizar y eso hizo, no agregó ni quitó a su misión y es qué hay una diferencia abismal cuando una persona está llena del Espíritu Santo y ha sido enviada por Dios a cumplir una asignación.
Quien ha sido enviado por Dios es respaldado por el Espíritu Santo y su vida glorifica, apunta y reconoce a Jesús en TODO.
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.” Juan 16:13-14
Quien no ha sido lleno del Espíritu Santo simplemente no puede cumplir su asignación ni puede existir pureza en su corazón, porque no existe tal cosa como un corazón que crece en santificación sin el nuevo nacimiento.
“Jesús respondió: —Te digo la verdad: el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar al reino de Dios.”
Juan 3:5 PDT
Todo se sigue tratando de Jesús, el arrepentimiento sigue siendo un estilo de vida y sin santidad no podremos ver su rostro.