Me emociona y genera mucha expectación cuando el Espíritu Santo nos envía a realizar cambios que resultan completamente incómodos a nuestra zona de confort y nos impulsan a depender más de él y a obedecer.
Hace algún tiempo atrás el Espíritu Santo nos indicó suspender cualquier uso de instrumentos en la iglesia mientras adorábamos, mostrándonos la urgencia de un pueblo que aprenda a adorar en espíritu y en verdad.
Antes de adorar a Dios con cualquier instrumento, Él desea ser adorado por ti con todo lo que eres. Hay detalles tan profundos acerca de nuestra adoración hacia Dios y cada detalle es delicadamente importante. Lo que ministramos a través de un instrumento (también aplica para nuestra voz) es todo lo que hay en nuestro corazón y quien no ha aprendido a adorar en la soledad de su habitación con un corazón quebrantado y completamente vaciado de si mismo, amando con pasión firme a Jesús, difícilmente podrá guiar a otros o crear ambientes de placer para el Espíritu Santo.
La adoración en espíritu y en verdad tiene absolutamente TODO que ver con Cristo y absolutamente NADA que ver con nosotros. Siendo nuestra expresión más alta de Fe, no podemos adorar con orgullo, autosuficiencia, deseos de reconocimiento y mucho menos sino hemos entendido que somos mucho más que “una voz bonita”. De voces hermosas está llena el mundo y no necesariamente están transformando ambientes, liberándolos y llenando de vida todo lo que el diablo con su sed de protagonismo y engaño ha querido por años destruir.
Quien ha aprendido a adorar en espíritu y en verdad, con mucho quebranto también ha aprendido a reconocer donde el Espíritu Santo no está siendo invitado.
“Alegraos, oh justos, en Jehová; En los íntegros es hermosa la alabanza.”
Salmos 33:1 RVR1960
Una declaración firme y en obediencia puede sobrenaturalmente abrir paso a manifestaciones del cielo que no logramos imaginar. No es el repertorio que tengamos, es lo dependientes que seamos al Espíritu Santo de liberar lo que él sabe que necesita ser declarado en ese momento/lugar. No se trata de una actividad guiada por emociones incorrectas, por el contrario de la sobriedad espiritual suficiente de muchas veces ir en contra de lo que es cómodo o familiar para habitar en un lugar de completa revelación. Mientras Él (por motivos que jamás entenderé) derrama su amor abundante sobre vidas frágiles y rendidas.
La adoración en espíritu y en verdad nos enamora profundamente y lleva armoniosamente nuestro corazón a tiempos prolongados de intimidad con el Espíritu Santo por ninguna otra cosa que agradecimiento y amor.
“Señor, ¿quién se atreve a morar contigo? ¿Quién asume el privilegio de estar cerca de ti, viviendo a tu lado en tu brillante lugar de gloria? ¿Quiénes son los que moran diariamente en la vida del Espíritu Santo? Son apasionados y sinceros, siempre sinceros y siempre dicen la verdad, porque sus corazones son dignos de confianza «. Salmos 15: 1-2 TPT
Adoramos cuando entendemos de todo lo que hemos sido salvados, adoramos por amor, adoramos por agradecimiento, adoramos aún cuando nuestras circunstancias intenten con todas sus fuerzas tumbar nuestro ánimo y dictarnos que lo normal no es rendirnos a la adoración.
El verdadero gozo no es la efusividad al salir de un servicio porque cantaron tu canción favorita, el verdadero gozo, ese que fortalece, es el que se manifiesta con firmeza en nuestra vida a tiempo y fuera de tiempo por aquel momento desolador en el que el Espíritu Santo nos suplió de Su gracia y nos enseñó a adorar.
Lo más hermoso que alguna vez me pasó fue intentar explicar cuánto amo a Dios y que él me enseñara que la mejor forma de expresarlo es adorando.
“De aquí en adelante, adorar al Padre no será una cuestión del lugar correcto sino del corazón correcto. Porque Dios es un Espíritu, y anhela tener adoradores sinceros que lo adoren y adoren en el reino del Espíritu y en la verdad «.
Juan 4: 23-24 TPT