¿Ahora qué hago?

Recuerdo, desde siempre, haber tomado decisiones en base a cómo me sentía en el momento y nunca pensando a futuro cómo podía afectarme la efusividad, enojo o descuido del momento.

Eso empezó a ser corregido y cambió cuando fui salva. (2018) Empecé a conocer al Espíritu Santo como guía y a tomar decisiones como Él me decía. Era fácil y maravilloso.

Luego, empecé a crecer en este peregrinaje, (tengo casi 6 años de haber nacido de nuevo) y entonces ya no me gustó esa parte de la madurez y el crecimiento en el que Dios no dice más, de forma tan directa, lo que debemos hacer; por el contrario, nos lleva a tomar decisiones en base a lo que ya nos ha venido enseñando. Me refiero a esas decisiones en las que Dios no te dirá «si», «no», «es esto lo que debes hacer», simplemente te dejará elegir.

Esa parte no me agradaba tanto, no quería llevar la responsabilidad de mis decisiones, por el contrario, quería continuar siendo una bebé a la que Dios, algún mentor, el líder o el pastor, siempre le dijera exactamente qué hacer y así tener algún lugar hacia el cual apuntar cuando los resultados de mis decisiones no estuvieran siendo los esperados.

Esto es solo cobardía e inmadurez. El temor a tomar decisiones nos puede llevar a un completo estado de pasividad e irresponsabilidad, sin embargo, el impulso de tomar decisiones únicamente por no estar en indecisión, no necesariamente indica que la decisión tomada fue la correcta.

Decisiones, decisiones, benditas decisiones. Las tomamos a diario y algunas no tenemos tiempo de meditarlas o llevarlas a la oración, deben ser tomadas de forma inmediata, por fe, confiando en la guía y enseñanzas del Señor. Otras, podemos meditarlas con más tiempo y sobriedad dependiendo del impacto que vayan a tener en nuestra vida, sin embargo, la escritura es un manual precioso para crecer, madurar y tomar decisiones que reflejen a Cristo. Decisiones sabias; inteligentes y llenas de buenos frutos. Sean a corto o a largo plazo, el Señor promete estar con nosotros.

Esta mañana mientras hacía mi devocional el Espíritu Santo me recordó lo único que es realmente importante a la hora de tomar decisiones y es: AMAR A DIOS. Tan sencillo como suena, tan desafiante como vivirlo.

Jesús enseñó a sus discípulos que el primer mandamiento es amar a Dios con todo lo que somos, si buscamos diariamente cumplir este mandamiento, el resto de las cosas entran en armonía para converger en Cristo.

¿Cómo sabemos que amamos al Señor? – Porque le obedecemos.

«Ustedes demostrarán que me aman, su cumplen mis mandamientos». Juan 14:15

¿Cómo podemos obedecerlo?

Estudiando la biblia, meditándola y viviéndola. La palabra de Dios es vida, es la mente de Cristo entregada a nosotros en misericordia y gracia. Si somos atentos y dóciles, encontraremos una respuesta para cada cosa que nos toque atravesar y la valentía para elegir sabiamente.

«Si alguno de ustedes no tiene sabiduría, pídasela a Dios. Él se la da a todos en abundancia, sin echarles nada en cara. Eso sí, debe pedirla con la seguridad de que Dios se la dará. Porque los que dudan son como las olas del mar, que el viento lleva de un lado a otro. La gente que no es confiable ni capaz de tomar buenas decisiones no recibirá nada del Señor». Santiago 1:5-8 TLA

La palabra nos enseña en el libro de Proverbios que la sabiduría llama diariamente, de forma constante, y está dispuesta a enseñar a todo el que desee aprender. No es tan complicado ni tampoco inaccesible. Está disponible para todo el que en humildad y mansedumbre elige, de forma diaria, el consejo de Dios en lugar de su propia opinión.

«¡La sabiduría está llamando!

¡Gritando está la experiencia!

Se para a la orilla del camino

o a la mitad de la calle,

para que todos puedan verla.

Se para junto a los portones,

a la entrada de la ciudad,

y grita a voz en cuello:

«Gente de todo el mundo,

¡a ustedes estoy llamando!

Jovencitos ignorantes, muchachitos inexpertos, ¡piensen bien lo que hacen!

Préstenme atención, pues voy a decirles algo importante;

no me gusta la mentira ni tampoco la hipocresía, siempre digan la verdad.

La gente que sabe entender reconoce que mis palabras son justas y verdaderas».

Proverbios 8:1-9 TLA

Debemos ser valientes para salir de la indecisión, el doble ánimo, la inseguridad y el orgullo de no querer equivocarnos. Que Dios esté con nosotros todos los días hasta el fin, de ninguna manera significa que no nos vamos a equivocar, eso forma parte de aprender a decidir correctamente y es parte del ciclo normal de madurar, de crecer, y aún en medio de los desaciertos o errores de fe, podemos confiar que si amamos al Señor todo ayudará para bien.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.