Hoy fue un domingo de aprendizaje, meditación y escudriñar del corazón a través de la exposición de la palabra.
Hoy mi papá nos enseñaba acerca de la correspondencia que todos debemos mostrar a las órdenes que recibimos de Dios y nos daba el ejemplo de Josué y el pueblo de Israel cuando fueron a conquistar Jericó. (Josué 6)
Las instrucciones de Dios para Josué fueron claras, así como lo son para nosotros a través de Su palabra para toda situación y la vida diaria. La obediencia que mostremos a las instrucciones de Dios se ven reflejadas en la forma en la que interactuamos con la orden que hemos recibido. De la misma manera en que no esperaríamos tener músculos y una vida saludable sino hacemos ejercicio y procuramos alimentarnos bien, tampoco podemos esperar que haya cumplimiento en nuestra vida de lo que Dios nos ha hablado sino obedecemos sus instrucciones, por eso, quiero compartirte las cuatro claves de las que nos hablaron hoy para poder tener éxito en nuestra relación con Dios y ver cumplimiento y avance de todas aquellas cosas que hemos recibido de él a lo largo de nuestra historia con Él.
- Una fe que sabe esperar
A todos se nos ha sido dada una medida de fe que estamos en la responsabilidad de ensanchar y ese ensanchamiento sucede estudiando la palabra, meditando, compartiendo y por supuesto, viviendo lo que nos enseña. La fe, el creer que Dios hará lo que ha dicho, nos mantiene avanzando y mirando lo que aún no ha sido como si ya es.
Dios es movido por nuestra fe, no por nuestras emociones que nunca llegaron a acciones, y aún en medio de la acción necesitamos de una fe que sabe esperar. Para esperar el cumplimiento de lo que Dios nos ha hablado no solo debemos accionar, también debemos saber esperar a que Él traiga a existencia el cumplimiento a Su tiempo.
«Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová». Salmos 27:14
«Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; En su palabra he esperado». Salmos 130:5
- La misericordia de Dios / Ser misericordiosos
Dios no le debe a nadie misericordia, sin embargo elige darla diariamente.
La misericordia de Dios está a nuestro alcance todos los días. Todos los días se renueva para nosotros y es gracias a la misericordia de Dios que no hemos sido consumidos, sin embargo de tanto en tanto solemos olvidar que debemos ser misericordiosos con los demás.
La falta de misericordia en nuestra vida se ve reflejada en no querer amar y servir a los demás como Cristo lo ha hecho con nosotros, rehusarnos a perdonar y así adentrarnos en cárceles de estancamiento, frustración, o lo que muchas veces llamamos «un proceso de Dios» que en realidad, es solo el resultado de nuestra desobediencia a ser misericordiosos como nuestro Padre lo es.
«Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia». Romanos 9:16
«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia». Mateo 5:7
«No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?» Mateo 18:33
- Humildad
La gracia del Señor y el orgullo son enemigos. Una persona orgullosa exige, por sus méritos lo que cree que debe tener. Este tipo de comportamiento hace que Dios nos resista y se ponga en orden de batalla en contra de nosotros.
«Pero él da mayor gracia. Por esto dice:
Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes,». Santiago 4:6
«Jehová exalta a los humildes, Y humilla a los impíos hasta la tierra». Salmos 147:6
No es nuestra humildad lo que gana el cumplimiento, sencillamente nos posiciona para recibirlo.
Al no reconocer que todo lo que poseemos es gracias a Dios, estaremos siendo orgullosos.
- Diligencia
Una persona diligente es aquella que pone mucho interés, esmero, rapidez y eficacia en realizar un trabajo o en el cumplimiento de sus obligaciones. Es por esto que la Biblia enseña lo siguiente acerca de la falta de diligencia:
«El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada». Proverbios 13:4
La persona que no es diligente se excluye así misma de ver el cumplimiento de todo lo que Dios haya hablado sobre su vida.
Una persona perezosa siempre encontrará obstáculos y razones para no obedecer, no moverse, no hacer nada.
«El perezoso no ara a causa del invierno: pedirá, pues, en la siega, y no hallará.» Proverbios 20:4
El pueblo de Israel (Josué 6) fue obediente y diligente con las instrucciones que recibieron del Señor y cosecharon el fruto de su obediencia, ver el cumplimiento de lo que el Señor había anunciado.
Decidamos en este día creer que lo que Dios dice es verdad, abracemos con gratitud su misericordia mientras somos misericordiosos con los demás, aprendamos de Jesús a ser verdaderamente humildes y con diligencia obedezcamos todo lo que nos ha instruido mientras esperamos con paciencia el cumplimiento de todo lo que ha prometido.