Un camino de sinceridad

 

 

 

 

 

Hace unos días leía acerca de las maneras en las que un lobo normalmente ataca a su víctima o se prepara para ello. Según la víctima elegida o el lugar en el que se halle, el lobo ataca de distinto modo, pero su fin es el mismo. Se prepara, coordina y acecha generalmente  a víctimas débiles, aisladas y en estado físico no favorable, mal heridos, enfermos, si llegara a haber una manada rodeando su víctima, el lobo busca la manera de distraerlos hasta que la víctima se encuentre aislada o sola.  A este animal le encanta recorrer grandes distancias con el único propósito de agotar y desgastar de todas las formas posibles a su víctima. Vence a sus presas más por fatiga que por debilidad.

Esta información capturó toda mi atención, seguido de un auto análisis profundo y realmente terrible. “La fatiga constituye un fenómeno complejo que se caracteriza porque el operario baja el ritmo de actividad, nota cansancio, los movimientos se hacen más torpes e inseguros y existe una sensación de malestar y de insatisfacción. Además, se produce una disminución del rendimiento en cantidad y calidad.” Si te has sentido últimamente, hace semanas; meses o probablemente años, de esta manera, podría asegurarte dos cosas sin duda alguna:

  1. Tú vida corre peligro
  2. Te alejaste del cuerpo

La palabra de Dios nos enseña que somos parte de un cuerpo que es la iglesia de Cristo. Todos tenemos diferentes funciones, sin embargo todos somos necesarios no para nuestro beneficio, sino para hacer conocido a Cristo cada vez más. Esto también nos enseña que cuando una parte del cuerpo se duele, todo el cuerpo se duele con el. Por básico que suene esto y por aburrido que estés de leerlo o escucharlo, mucho de nosotros no hemos pisado la realidad de que podemos estar haciéndole daño al cuerpo y creando doctrinas, teorías, conceptos y auto engañándonos con tal de mantenernos alejados del cuerpo del cual somos parte.  Podrías decir mil motivos por los cuales te has aislado o escribir  una lista interminable, créeme, puedo entenderte. Probablemente en algún momento pediste ayuda y no la recibiste, confiaste en personas que no debiste, alguien tomó tus problemas para burlarse de ellos, si, la lista podría ser muy larga, sin embargo cualquiera sean tus motivos para permanecer aislado, lo hayas elegido así o haya sido por la fuerza, ninguno es justificable. Es exactamente en este punto que quiero profundizar en algo muy importante y acerca de lo que escribí hace casi un año: “Vuélvete DEPENDIENTE del Espíritu Santo” y serás realmente efectivo en el cuerpo, Él te guiará y te dará sabiduría para estar con la gente correcta, en el tiempo correcto, en el lugar correcto. Ser parte del cuerpo no es asistir a una congregación en las que todos nos saludamos, conversamos 5 minutos mientras competimos en hacer ver quien es el más espiritual y está lo mejor posible, respondiendo siempre a todo, que estamos absolutamente bien.

Caminar con el cuerpo, siendo parte implica ser expuesto, no a los ojos del hombre, sino a La Luz de Cristo, serás confrontado, corregido, pero puedo asegurarte que experimentarás la sanidad interna más pura, verdadera y maravillosa. Contarle a Dios todo lo que te aqueja está perfecto; todo lo que probablemente no está “tan bien” pero hay situaciones (la gran mayoría) que solo se sanarán en tu vida cuando decidas ser parte del cuerpo, no de labios, sino de corazón y actitud.

Si te has sentido desgastado, afligido, cansado, torpe en tus responsabilidades o incluso sin fuerza alguna, es necesario que vuelvas a caminar en comunión. Deja de darle al enemigo oportunidades de atacarte en soledad. Busca alguna persona de tu congregación con quien tengas afinidad o que el mismo Espíritu Santo te guíe, empieza a compartir tus cargas, no fuiste creado para caminar solo ni para la auto suficiencia. Permítele a Papá valerse de su cuerpo para sanarte, levantarte, corregirte, o simplemente hacerte porras. Requiere valentía, humildad, entrega y pasión por obedecer.

“Un cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser del cuerpo. Y si la oreja dijera: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, no podríamos oír. Y si todo el cuerpo fuera oído, no podríamos oler. Pero Dios ha puesto cada miembro del cuerpo en el sitio que mejor le pareció. Si todo fuera un solo miembro, no habría cuerpo. Lo cierto es que, aunque son muchos los miembros, el cuerpo sólo es uno. El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito»; ni la cabeza puede decirles a los pies: «No los necesito.» Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los que más se necesitan; y los miembros del cuerpo que menos estimamos, son los que vestimos con más cuidado. Y los miembros que consideramos menos presentables, son los que tratamos con más modestia, lo cual no es necesario hacer con los miembros más presentables. Dios arregló el cuerpo de tal manera que los miembros menos estimados reciban más honor, para que no haya desunión en el cuerpo, sino que cada miembro del cuerpo se preocupe por los otros. Si un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren también; y si un miembro recibe atención especial, todos los demás comparten su alegría. Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con su función particular.”

1 Corintios 12:14-27

Un comentario sobre “Un camino de sinceridad

  1. “Deja de darle al enemigo oportunidades de atacarte en soledad”. Tremendo ! Somos uno, aún en la distancia somos parte del mismo cuerpo y podemos cuidar el uno del otro nutridos de amor.

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