¡Hola!

Todos los que tenemos una relación íntima con Dios sabemos que cada día es especial, es importante y si lo vivimos intencionalmente para Él, estaremos más cerca de su corazón.
La tarde de ayer fue uno de esos momentos especiales, importantes y muy intencionales. Iba a leer mi hora diaria de salmos, lo que acostumbro hacer para cada día orar mejor, y en cuanto abrí la Biblia mi atención se quedó en el Salmo 50. Este Salmo muestra un contraste entre la verdadera y la falsa fe y en lo mucho que Dios desea nuestra sinceridad ante Él.
Mientras leía el Salmo el Espíritu Santo me hizo detenerme en el versículo 16 en el que se refiere a los malos y da una lista de acciones que tienen ante Dios, que Él aborrece y no tolerará.
“Pero al malo dijo Dios: ¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, Y que tomar mi pacto en tu boca? Pues tú aborreces la corrección, Y echas a tu espalda mis palabras. Si veías al ladrón, tú corrías con él, Y con los adúlteros era tu parte. Tu boca metías en mal, Y tu lengua componía engaño. Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano; Contra el hijo de tu madre ponías infamia. Estas cosas hiciste, y yo he callado; Pensabas que de cierto sería yo como tú; Pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos. Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios, No sea que os despedace, y no haya quien os libre.”
Salmos 50:16-22 RVR1960
El malo ante Dios:
1. Aborrece la corrección.
2. Ignora la palabra de Dios.
3. Consiente el pecado.
4. Su boca busca hablar lo malo.
5. Su lengua compone engaño.
6. Habla contra su hermano.
7. Pone infamia contra su hermano.
8. Se olvida de Dios.
9. Recita la ley de Dios sin reflexión estando lleno de engaño y maldad.
10. Reclama las promesas de Dios pero se niega a obedecer su palabra.
Todas estas son actitudes, estilos de vida que consiente o inconscientemente todos hemos adoptado en algún momento, y Dios espera que nos arrepintamos de ellas. Mientras leía y escribía el Espíritu Santo me mostraba algo muy peligroso por parte nuestra y es el creer que “Dios es como nosotros”
“Pensabas que de cierto sería yo como tú..”
Dios es un Padre amoroso, bueno, lleno de gracia y misericordia pero de ninguna manera pasa por alto el pecado en nuestras vidas. Lo que nos insensibiliza a el deseo ferviente de querer alegrar el corazón de Dios diariamente es la falta de arrepentimiento constante.
Fue entonces cuando el Espíritu Santo me llevó de vuelta a un texto que ha estado en mi mente desde que empezó la pandemia. Lo desglosó, yo escribí y te invito a leer.
“si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” 2 Crónicas 7:14
Humillarse. Reconocer que no somos nada ante Dios y nuestra condición humana es inferior. Es decidir obedecer la palabra de Dios y vivir de acuerdo a su voluntad.
Mi pueblo. Dios está llamando la atención de su Iglesia, aquellos que se identifican como cristianos. Una vez escuché una predica de Leonard Ravenhill en la que explicaba que Dios nunca ha tenido problema con los enemigos de su pueblo, pues hasta estos están para obedecerle a Él, por el contrario siempre es su propio pueblo quien se obstina en desobedecer, compromete la verdad, se desvía, se insensibiliza, se olvida de Él.
“Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?” 1 Pedro 4:17
Somos responsables de cómo estamos representado a Cristo. El juicio de Dios empieza por su Iglesia, su casa, sus hijos, aquellos que se identifican como cristianos e invocan Su nombre.
“Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo.”
1 Corintios 15:34
Este texto me llevó de vuelta al Salmo 50 pues claramente explica que la boca de quienes se han olvidado de Dios y hacen lo malo, buscan hablar lo malo.
“No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.”
1 Corintios 15:33
Dios desea y está esperando que su pueblo viva de acuerdo al reino al que dicen pertenecer. Aborrece que nos destruyamos entre nosotros mismos y hablemos muerte, destrucción y burlas contra otros.
Oraren. Ninguna forma de servicio a Dios está desligada de la oración. El Señor nos está llamando a orar, conocerle, desnudar el corazón ante Él. Muchos están tan ciegos que ni siquiera se han dado cuenta que sus oraciones están lejos del corazón de Dios.
El Señor no quiere palabrerías, quiere nuestro corazón completamente.
“Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.”
S. Mateo 6:7
La oración no es opcional, es un mandato.
Buscaren mi rostro. Cuando llegué a este punto, el Señor me habló estas palabras “mi pueblo es perezoso e irreverente al acercarse a mi.” De alguna manera nos hemos olvidado de que él buscar a Dios requiere toda nuestra atención y no podemos ser mediocres en esto.
“y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.”
Jeremías 29:13
Lo contrario a esto es violar el primer mandamiento que Jesús nos dejó.
“Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” Lucas 10:27
Quien no es intencional e inocente en su deseo y compromiso de amar a Dios, vive engañado y no ama a su prójimo.
Convirtieren. Esto es, ARREPENTIMIENTO.
No llegamos al punto de conversión sino estamos diariamente humillándonos, viviendo como hijos de Dios, orando y buscando su rostro con todo nuestro corazón.
Solo hasta que hagamos esto entonces Él oirá, perdonará y sanará.
“Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.” Hebreos 12:6-8